CASTELLANO INTERNO* (2)
Y yo envuelto en la maraña
de tus
cabellos adioses…
que son
silencio y melancolía
en la caída
de tu rosa…
Ya no
vienen palabras a mis labios
y te pienso
en mi sangre.
Gritos
rojos con ecos del pasado…
Pecar. Saberse un hombre
que de las
estrellas
arranca un
himno,
luces a la
espalda
de un
viento arrollado
por nuevas
fragancias.
Pecar la
noche
alfareando barro,
creando
seres
e
inconciencias nuevas.
Ser nuevo…
tronchando
los gozos,
rasgando
hermosuras,
ardiendo
las rosas,
abatiendo
las esperanzas últimas.
Pecar. Pecar
siempre…
dando culto
al pecado de la vida.
La expresión de unos ojos
que se desnudan
sobre un ladrillo,
las manos,
los brazos que esperan,
y el
corazón de la bailarina
que jadea,
infinitos contoneos.
Selváticos
temblores,
incandescentes
sensaciones, movimiento…
Mas sobre
todo esos pies
falseando
el camino recorrido,
y esos
saltos que elevan las miradas.
¡Ritmo!¡Rítmo
loco,
ardiendo
entre los ojos y los dedos!
Nacemos cada aurora arrebatados al silencio.
De la
sombra, arroyo claro en busca de la luz.
Nacemos a
la vida adornando los encuentros;
el álamo al
sur del cielo. Verdeazul.
La rosa que
fue sombra tiene color de sangre.
Rosas de una
primavera clandestina
de nuestros
sentimientos…
Sobre la tierra nada,
sobre la
tierra niebla
niebla
deformando
estilizando
pasiones
sosteniendo
vagacías
siluetadas
de armiño.
Álamos, cipreses,
estiletes de
blanca esencia,
todos apuntando
al cielo.
Y el cielo
plano nieve,
vertical y
horizontal,
pesando
sobre todos,
asustando
relieves.
*Javier
Martínez Palacio, Castellano Interno, Orión, Madrid, 1962.
Este poemario de juventud transmitía la sensaciones de
nuestra juventud en aquellos tiempos de silencio. Los poemas ahora recogidos en
esta selección han sido revividos más allá del modo en que Juan Ramón Jimenénez
trastocó Diario de un poeta recién casado
(1917)en Diario de poeta y mar (1948).
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