domingo, 15 de marzo de 2015



CASTELLANO INTERNO* (2)



Y yo envuelto en la maraña
de tus cabellos adioses…
que son silencio y melancolía
en la caída de tu rosa…
Ya no vienen palabras a mis labios
y te pienso en mi sangre.
Gritos rojos con ecos del pasado…



Pecar. Saberse un hombre
que de las estrellas
arranca un himno,
luces a la espalda
de un viento arrollado
por nuevas fragancias.
Pecar la noche
alfareando barro,
creando seres
e inconciencias nuevas.

Ser nuevo…
tronchando los gozos,
rasgando hermosuras,
ardiendo las rosas,
abatiendo las esperanzas últimas.
Pecar. Pecar siempre…
dando culto al pecado de la vida.



La expresión de unos ojos
que se desnudan sobre un ladrillo,
las manos, los brazos que esperan,
y el corazón de la bailarina
que jadea, infinitos contoneos.
Selváticos temblores,
incandescentes sensaciones, movimiento…
Mas sobre todo esos pies
falseando el camino recorrido,
y esos saltos que elevan las miradas.
¡Ritmo!¡Rítmo loco,
ardiendo entre los ojos y los dedos!



Nacemos cada aurora arrebatados al silencio.
De la sombra, arroyo claro en busca de la luz.
Nacemos a la vida adornando los encuentros;
el álamo al sur del cielo. Verdeazul.

La rosa que fue sombra tiene color de sangre.
Rosas de una primavera clandestina
de nuestros sentimientos…



Sobre la tierra nada,
sobre la tierra niebla
niebla deformando
estilizando pasiones
sosteniendo vagacías
siluetadas de armiño.

Álamos,  cipreses,
estiletes de blanca esencia,
todos apuntando al cielo.
Y el cielo plano nieve,
vertical y horizontal,
pesando sobre todos,
asustando relieves.



*Javier Martínez Palacio, Castellano Interno, Orión, Madrid, 1962. 
Este poemario  de juventud transmitía la sensaciones de nuestra juventud en aquellos tiempos de silencio. Los poemas ahora recogidos en esta selección han sido revividos más allá del modo en que Juan Ramón Jimenénez trastocó Diario de un poeta recién casado  (1917)en Diario de poeta y mar (1948).


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