Con la intención de participar
en un congreso sobre el desarrollo económico-social de Latinoamérica, el autor
va a Alemania. Un viaje por tren le propicia la oportunidad de ponerse en contacto con los
españoles que trabajan en ese país, El novelista dibuja a sus interlocutores – presentación
hecha a la manera de un reportaje periodístico— y como de una nebulosa salen,
más que perfiles humanos, las voces de unos hombres a quienes se les han caído las vendas y las mordaza que
les torturaban en los pueblos y ciudades de España. La introducción sirve de
contraste al relato que sigue, novelita según la definición del autor.
Hacia 1957 o 1958 un hombre
que viene de Alemania, llamado Vicente Roca, llega al pueblo donde dice haber
nacido. El singular atuendo que porta exacerba la pazguatería del vecindario.
Traba amistad con varios jóvenes acomodados y se convierte en el confidente de Manolo Tejera, quien no tarda
en confesarle su pasión por Julita, a su vez pretendida por el mozarrón
Fructuoso. Termina Vicente raptando a la joven, abandonándola sin mácula, pero
llevándose las joyas y dinero que ella había hurtado a su padre. Manolo y
Fructuoso conversan sus cuitas en la paz del campo, hasta que un buen día el
primero recibe una carta de Vicente invitándole a reunirse en Alemania con él, al menos, para recuperar
las joyas de Julia.
Anécdota mínima, pero
sustancial. Ayala sacó el mayor partido posible a unos personajes que por su vulgaridad podrían
habérsele ido con facilidad de la mano. Vicente es, visto por fuera, un vividor; interiormente, un ser desilusionado, un
cínico a resultas. Manolo, el joven fácil de embaucar. Fructuoso, el hombre de la fuerza ciega y del
irraciocinio. Julita, la bella loba,
asfixiada en el prosaico ambiente en que vive. La masa de lugareños, un vaivén
de entusiasmo y prejuicios. El campo
español es el escenario de la novela. La intención del novelista, a mi
entender, fustigar la idea de quienes consideraban que el campo conservaba los valores morales, auténticos, de la idiosincrasia española descubriendo
el ambiente letal en que se vivía. (Otro relato de Ayala, El mensaje, incluido en La
cabeza del cordero, presenta imágenes no muy diferentes, aunque el asunto
del relato sea distinto).
Los personajes de El rapto hablan con la ramplonería que
corresponde a sus personales tesituras. Y acertó Ayala al reflejarla pasaje a pasaje, pues, de otra forma no
hubiera podido sublimar la realidad literaria al convertirse en trasunto de la
realidad histórica. El novelista manejó la prosa más nerviosa que le conozco; a ella agregó el diálogo
de los personajes logrando de ese modo ofrecer un panorama amplio del subconsciente
colectivo de los españoles. La narración
recoge también las interpretaciones, juicios, sentencia y “adivinaciones” de Ayala, quien da la impresión
de actuar como si un lector se hubiese
encaramado a la trama, uniéndose al coloquio y al enigma. Esa intromisión del
autor llega al punto de arrebatar la palabra a los protagonistas, contando por
ellos, pero resultando más chispero y gracioso
que la garrulería de aquellos permitiría. Juego peligroso que la maestría técnica
de Francisco Ayala resolvió a la perfección porque su voz literaria estaba hecha,
en esta ocasión, del tono y los ademanes de los viejos bufones; deja desnudos a
los personajes, viola también su farsa, farsa que evoca otra de mayores
dimensiones.[ii]
[i] Francisco
Ayala, El rapto, La novela popular,
núm. 1, Madrid, 1965. Una edición más moderna en Punto de lectura, Madrid, 2005
[ii]
Texto corregido. El original de esta reseña, se publicó en la revista Ínsula,
Nº 227, Octubre de 1965, y la misma revista volvió a recogerlo en el homenaje
que dedicó a Francisco Ayala bajo la
dirección del Prof. Luis García Montero en Ínsula,
Nº 718, Octubre de 2006, pp.20/21. Estudios sobre El rapto más enjundiosos y notables que mi reseña son los de Adrián
García Montoro, «El Rapto, Novela Ejemplar», La Torre, revista general de la Universidad de Puerto Rico, octubre-diciembre,
1968 y el de Rosario H. Hiriart, Las
alusiones literarias en la obra narrativa de Francisco Ayala, Cap.IIIº “El
rapto, reelaboración de un cuento cervantino”, Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes, que se puede leer en Google.
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