sábado, 5 de marzo de 2016



FRANCISCO AYALA:  EL RAPTO[i]


Con la intención de participar en un congreso sobre el desarrollo económico-social de Latinoamérica, el autor va a Alemania. Un viaje por tren le propicia  la oportunidad de ponerse en contacto con los españoles que trabajan en ese país, El novelista dibuja a sus interlocutores – presentación hecha a la manera de un reportaje periodístico— y como de una nebulosa salen, más que perfiles humanos, las voces de unos hombres a quienes  se les han caído las vendas y las mordaza que les torturaban en los pueblos y ciudades de España. La introducción sirve de contraste al relato  que sigue, novelita según la definición del autor.

Hacia 1957 o 1958 un hombre que viene de Alemania, llamado Vicente Roca, llega al pueblo donde dice haber nacido. El singular atuendo que porta exacerba la pazguatería del vecindario. Traba amistad con varios jóvenes acomodados y se convierte en el  confidente de Manolo Tejera, quien no tarda en confesarle su pasión por Julita, a su vez pretendida por el mozarrón Fructuoso. Termina Vicente raptando a la joven, abandonándola sin mácula, pero llevándose las joyas y dinero que ella había hurtado a su padre. Manolo y Fructuoso conversan sus cuitas en la paz del campo, hasta que un buen día el primero recibe una carta de Vicente invitándole a reunirse en Alemania con él, al menos, para recuperar las joyas de Julia.

Anécdota mínima, pero sustancial. Ayala sacó el mayor partido posible a  unos personajes que por su vulgaridad podrían habérsele ido con facilidad de la mano. Vicente es, visto por fuera, un vividor;  interiormente, un ser desilusionado, un cínico a resultas. Manolo, el joven fácil de embaucar.  Fructuoso, el hombre de la fuerza ciega y del irraciocinio. Julita, la bella loba, asfixiada en el prosaico ambiente en que vive. La masa de lugareños, un vaivén de  entusiasmo y prejuicios. El campo español es el escenario de la novela. La intención del novelista, a mi entender, fustigar la idea de quienes consideraban que el campo conservaba los  valores morales,  auténticos, de la idiosincrasia española descubriendo el ambiente letal en que se vivía. (Otro relato de Ayala, El mensaje, incluido en La cabeza del cordero, presenta imágenes no muy diferentes, aunque el asunto del relato sea distinto).

Los personajes de El rapto hablan con la ramplonería que corresponde a sus personales tesituras. Y acertó Ayala al reflejarla  pasaje a pasaje, pues, de otra forma no hubiera podido sublimar la realidad literaria al convertirse en trasunto de la realidad histórica. El novelista manejó la prosa  más nerviosa que le conozco; a ella agregó el diálogo de los personajes logrando de ese modo ofrecer un panorama amplio del subconsciente colectivo de los españoles. La narración  recoge también las interpretaciones, juicios, sentencia y “adivinaciones” de Ayala, quien da la impresión  de actuar como si un lector se hubiese encaramado a la trama, uniéndose al coloquio y al enigma. Esa intromisión del autor llega al punto de arrebatar la palabra a los protagonistas, contando por ellos, pero  resultando más chispero y gracioso que la garrulería de aquellos permitiría. Juego peligroso que la maestría técnica de Francisco Ayala resolvió a la perfección porque su voz literaria estaba hecha, en esta ocasión, del tono y los ademanes de los viejos bufones; deja desnudos a los personajes, viola también su farsa, farsa que evoca otra de mayores dimensiones.[ii]





Notas.:

[i] Francisco Ayala, El rapto, La novela popular, núm. 1, Madrid, 1965. Una edición más moderna en Punto de lectura, Madrid, 2005

[ii] Texto corregido. El original de esta reseña, se publicó en la revista  Ínsula, Nº 227, Octubre de 1965, y la misma revista volvió a recogerlo en el homenaje que dedicó a Francisco Ayala  bajo la dirección del Prof. Luis García Montero en Ínsula, Nº 718, Octubre de 2006, pp.20/21. Estudios sobre El rapto más enjundiosos y notables que mi reseña son los de Adrián García Montoro, «El Rapto, Novela Ejemplar», La Torre, revista general de la Universidad de Puerto Rico, octubre-diciembre, 1968 y el de Rosario H. Hiriart, Las alusiones literarias en la obra narrativa de Francisco Ayala, Cap.IIIº “El rapto, reelaboración de un cuento cervantino”, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, que se puede leer en Google.
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