POEMAS DEL LIMO (4)
BALADA DE ABEL
Sabiendo Abel un día
que no tenía lecho
las lágrimas
corriendo
dél hacia un sendero
oscuro y tenebroso
salió al camino
Viendo
el llanto peregrino
seguir hacia una
fuente
cuyas aguas el cielo
mecía lentamente
saber quiso el misterio
que hizo el llanto
suyo
brincar sobre la
fuente
Asomó el pecho
blanco
sobre los juncos
Y unos ojos
como los suyos
le miraron dulce
enamoradamente
que Abel nunca podría
decir lo que sentía
Los dos lirios de
mayo
temblando parecían
Sobre la hiel del
llanto
la miel del agua
iba urdiendo un
espejo
de eterna celosía
ATARDECER
El sol
sobre el cristal del agua
cara de plata…
Algo de sueño lleva perdido
el epicentro
del
atardecer
Las nubes y sus fantasmas
La pelota del niño
rebota
en el viejo
aurinegro
del atardecer
dormido
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