sábado, 9 de junio de 2012



PARÁBOLA de ROQUE




Regresaba con mi mujer del paseo matinal de los domingos cuando encontramos a Conchita, amiga con la que solemos departir sobre la actualidad. Aquella mañana, no recuerdo el motivo, saltó el tema de las caídas, percance que nosotros sufrimos no hace tanto.

Conchita comentó que la mayoría de la gente desconoce que las caídas no sólo contusionan partes del cuerpo, también afectan al cerebro y, cuando la gente es mayor, en no pocos casos olvida caminar costando muchísimo aprender de nuevo.

Entonces contó la historia de Roque, una historia tan chocante y peculiar que se nos quedó grabada. La transcribo más o menos como Conchita la relató.

Roque estaba sentado en la cama cuando su amigo Sicinio entró en la habitación. Aunque el enfermo le saludó con una sonrisa y le extendió la mano, Sicinio sospechó que su mente no se le avenía sino que estaba en otra parte, pues miraba de continuo hacia algún lugar en su proximidad, aunque, puestos a descubrir, no se veía nada especial, al menos sobre la colcha. No obstante, Roque movía la cabeza afirmativamente mientras Sicinio comentaba las últimas noticias, especialmente las relacionadas con la crisis económica que asola el país, pero manteniendo la vista poco menos que atrapada en algún lugar de la colcha.

La incógnita del extraño mirar quedó despejada poco después, cuando llegó su hija Elena. Mientras la besaba, Roque comentó:

--Hija, se me ha vuelto a fastidiar el ordenador y no sé arreglarlo.

La chica respondió:

--Pero papá, ¿otra vez? Aguarda que te lo dejo como nuevo en un periquete.

Elena se sentó en la cama a la derecha de su padre, hizo como si trasladara un ordenador desde el regazo de Roque al suyo y empezó a teclear en el aire un ratito hasta que dijo:

--¡Ya está! ¡Solucionado!

Entonces Roque, que se había quedado mirando a la hija como embobado, le espetó:

--Pero hija, ¿me tomas por tonto o qué? El ordenador está a mi izquierda y no en mi regazo como has creído.

Elena sonrió y, sin inmutarse, se mudó al otro lado de la cama y repitió la operación anterior. Cuando concluyó, Roque dijo:

--Nena, ahora sí que me lo aviaste y no antes--. Y la abrazó.

El amigo de Roque se despidió pensando en las semejanzas que existen entre la caída de nuestra economía y las sufridas por el enfermo tras su costalada, efectos que el lector sabrá desvelar sin la menor de las dudas, sobre todo si tiene presente la afirmación calderoniana de que la vida es sueño y, los sueños, sueños son.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Esta noche he soñado con usted, volvíamos los dos a trabajar a la UNED (usted de director y yo de bibliotecaria). La ilusión de volver a verlo se mezclaba con los nervios de recordar un final de relación extraño, para mí triste... Cuando me he despertado, a pesar de que los sueños, sueños son... he sentido la necesidad de buscar un e-mail dónde explicarle el sueño. No lo he encontrado. He visto este blog, que curiosamente, la última entrada decía: y los sueños...
Y porque en el sueño he sido feliz, he querido escribirle. Si quisiera responderme, mi e-mail es sencillo: ngas@tortosa.uned.es

Unknown dijo...

Esta noche he soñado con usted, volvíamos los dos a trabajar a la UNED (usted de director y yo de bibliotecaria). La ilusión de volver a verlo se mezclaba con los nervios de recordar un final de relación extraño, para mí triste... Cuando me he despertado, a pesar de que los sueños, sueños son... he sentido la necesidad de buscar un e-mail dónde explicarle el sueño. No lo he encontrado. He visto este blog, que curiosamente, la última entrada decía: y los sueños...
Y porque en el sueño he sido feliz, he querido escribirle. Si quisiera responderme, mi e-mail es sencillo: ngas@tortosa.uned.es

Unknown dijo...

Perdón por la doble entrada con el mismo mensaje... Es la primera vez que escribo en un blog... Y como acabo de comprobar, soy muy torpe...

Sorry