POLÍTICA SIN HUMOR
Vivimos una campaña electoral insustancial. Desconocíamos a la mayoría de los candidatos a elegir y sus jefes de filas succionaron la campaña, exhibiéndose y repartiendo mandobles, estocadas, mentiras e ironías de sobra conocidas, pero donde el humor verdadero estuvo quieto parado.
Tratándose de contiendas electorales siempre recuerdo a Alfonso Guerra cuando aún vestía de pana. En la primera o una de las primeras campañas le escuché --en la radio-- definir al Presidente de la Generalidad catalana como un mago y añadir con pausa meditada: “Tiene una bola, y la consulta”. La frasecita sentó muy mal; le largaron la butifarra con el ceño fruncido que se dedica a los entrometidos de afuera.
Alfonso Guerra bien sabía que ya teníamos libertad de expresión, que el humor relaja y tallaba algunos comentarios con frases que hasta vaticinaban futuro, así cuando dijo “Montesquieu ha muerto”, “En política, la única posibilidad de ser honesto es siendo aficionado”, “El que se mueva no sale en la foto”, “El día en que nos vayamos, a España no la va a conocer ni la madre que la parió", “Cuidado con el Bambi”… Don Alfonso, ya sin pana ni cámara fotográfica, preside la Comisión Constitucional del Congreso con la gravedad que atribuimos a los más próceres de La Pepa.
Felicísimo Valbuena, catedrático de periodismo en la Universidad Complutense de Madrid recuerda que Gracián aconsejaba “Tener buenos repentes” y, por lo mismo, recomienda a los políticos practicar los soundbites o “bocados de sonido” de nueve segundos porque saldrán más en los medios. Sin duda don Alfonso ha sido un ejemplo manifiesto del quehacer. Recuerdo también a Lyndon B. Johnson quien, para desacreditar el caletre de Gerald Ford cuando este era Jefe de la Minoría en el Congreso norteamericano, decía: “Si una idea pasa por su cerebro se la oye venir.” Sin embargo, los soundbites de los políticos actuales son de plomo, una material al que, si nos exponemos, nos puede cambiar el carácter a agresivo y antisocial…
Unos pueden ganar arrasando y otros perder asolados, pero los planteamientos fueron similares. La mayoría siguieron la estela de sus jefes de partido y sus campañas imitaron la de Barack Obama, tuvieron un blog o una cuenta en Twitter, subieron videos a You Tube, pero el verdadero humor -quizás con la excusa de la crisis- no aparecía en ellas, ¡con lo que mola y distiende!
Sabemos que a los políticos les interesa la gente. Se demostró cuando acudieron como rayos a Lorca después del terremoto. Que les interesa la gente nadie lo duda, pero el periodista satírico americano Patrick Jake ”P.J.” O’Rourke hizo un comentario paralelo en cierta ocasión: “También a las pulgas les interesan los perros.”
Característica de los políticos es que no pocos son agnósticos o ateos porque les resulta inconcebible que haya una vida posterior mejor gracias a lo actuado por ellos. También son proclives a echar discursos en los colegios y en las cárceles prometiendo lo inimaginable y, cuando se les pregunta por los motivos, responden como en el chiste: “Jamás volveremos al colegio, pero a la cárcel, ¡quién sabe!”
Así las cosas me contento con Sonso, el protagonista de algunos de mis cuentos. Recién visitó a una amiga integrante del Grupo Mixto en las Cortes y quedó bisojo al ver que consultaba el pronóstico del tiempo y su horóscopo personal para decidir su voto ante una proposición ajena sobre tema agrario. Todavía quedó más trasojado al salir del edificio y observar que los famosos leones habían sido sustituidos por dos Miuras a cuya cornamenta se aupaban para balancearse los niños que jugaban por allí.
Posdata.:
También me comenta Sonso que en la Puerta del Sol hay gentes afirmando “Tenemos derecho a estar cabreados y a pedir explicaciones”, “No hay pan para tanto chorizo”, “Me sobra mes al final del sueldo”, “Nuestros sueños no caben en sus urnas” y otras frases que harán felicísimo al Sr. Valbuena.
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