lunes, 10 de marzo de 2014



LOS VIAJES  A  ESPAÑA
DE  NIKOS  KAZANTZAKIS


Nikos Kazantzakis fue un grandísimo escritor griego de la primera mitad del siglo XX conocido en España -sobre todo- por dos películas basadas en novelas suyas, Zorba, el griego (dirigida por M. Cacoyannis, 1964) y La última tentación de Cristo (de M. Scorsese, 1988). Sin embargo, este poeta, novelista y dramaturgo cretense, fue también un viajero contumaz, autor de multitud de artículos y libros de viaje, también sobre España.

Entre nosotros se ha hablado de Nikos o NK (como le llamaremos preferentemente en adelante) partiendo de su  libro España (1937) (1) o de colecciones de cartas publicadas. En mi caso deseché el libro y preferí la biografía estupenda  a  partir de las cartas del escritor --publicada en francés y versionada al inglés (2)--  de su segunda esposa, Eleni Samios (Helen Kazantzakis o, como Nikos la llamaba familiarmente, Lenostchka). De las cartas extractadas por ella he traducido y abreviado únicamente lo relacionado con nuestro país, pues,  mi intención ha sido evocar a un amigo de España que contribuyó a hacerla conocida.

La primera visita: el encuentro con El Greco

Nikos Kazantzakis está en Atenas trabajando sin desmayo cuando se aproxima el verano de 1926. A Kavafakis, propietario del periódico Eleftheros Logos, le gustaría que Nikos hiciese reportajes de Rumanía y los Balcanes, pero el escritor preferiría ir a  España, Egipto o la India. En junio confiesa a Lenotschka que estuvo escribiendo todo el día y está tan cansado que ni puede sostener el lapicero. Agrega que ha despejado su escritorio de libros hebreos y rusos sustituyéndoles por otros sobre España, El Greco, el Quijote, obras de Lope, Calderón, Santa Teresa…  en fin, que  España le llena la cabeza.

En Grecia se vivían tiempos complicados porque el general Theodoros Pangalos --que había secundado el golpe de estado de Plastiras que derrocó la monarquía en 1924—acababa de convertirse en presidente de la República griega en marzo de 1926 (aunque sería depuesto en julio del mismo año…) También eran tiempos de conflictos con los turcos y los búlgaros. Nikos temía que se aplazara su viaje a España, pero no fue así.

El 1 de septiembre de 1926 llega a España y en la carta a Lenotschka escrita en Madrid tres días después, comenta que el 1 de septiembre corrió gran peligro al cruzar los Pirineos:  “Muchos trenes en España han descarrilado; mucha gente ha muerto. Mi tren escapó”.  Comprobé que decía verdad porque el tren correo Barcelona - Valencia descarrilaba en la fecha citada entre las estaciones de la Ametlla de Mar  y L'Ampolla causando veintiún muertos y ciento treinta heridos, habiendo tenido lugar otro descarrilamiento reciente.

Madrid le parece una gran ciudad europea, pero  El Greco ocupa su mente. Su museo –-suponemos que se refiere al creado por el marqués de la Vega-Inclán-- le parece formidable, especialmente la estancia que guarda treinta cuadros del pintor cretense.

Enseguida muestra impaciencia por ir a Toledo: “Dios mío, qué alegría estar vivo y poder ir a verlo”, exclama. De momento está callejeando en Madrid. Hombres y mujeres le parecen feos; las viejas, monstruosas, y encuentra vehementes a las jóvenes envueltas en sus mantillas y emperifolladas. El gentío no  le entusiasma “quizás porque estoy absorbido por El Greco y el primer y violento contacto con este nuevo país” en el que percibe un nivel cultural inferior. Nota que la apariencia vetusta, superficial y sexo-obsesiva en los dandis contrasta con el aire ascético y austero de los campesinos. La llanura castellana le produce la misma exaltación que tuvo al contemplar las montañas de Jericó en su día; concluye que nuestras villas semejan a las árabes, “sin agua, sin un árbol, de la misma piedra que las montañas circundantes”.

En la carta de 6 de septiembre reseña su encuentro con D. Benigno de la Vega Inclán y Flaquer, mecenas fundador del Museo del Greco y personalidad influyente en la creación de otros museos especializados. Hablaron del pintor como si se tratara de un amigo querido e íntimo de ambos, de su mujer e hijo, de su manera de trabajar, de su carácter. El gozo de Nikos se ensancha cuando el marqués le enseña una obra maestra que acaba de adquirir, el San Luis en Jerusalén, que D. Benigno piensa dejar cuando muera al Banco de España para impedir que sea robada.

Kazantzakis no pierde el tiempo. El 7 de septiembre narra que ha visto al general Primo de Rivera,  juzgándole como una persona mediocre inspirada por un impulso superior a sí mismo. Nikos peregrina por los ministerios estudiando actas legislativas, examinando lo sucedido en España desde la última guerra, acaparando datos de toda índole sobre la economía, la política, el comercio, la industria, la agricultura y la ciencia para sus artículos. Los libros tampoco se le caen de las manos porque apenas duerme, lo que agradece a su padre “que me dio la salud de una bestia salvaje”.

El 10 de septiembre detalla que ha visitado El Escorial y  visto cinco cuadros del Greco, experiencia que le lleva a exaltar al pintor con las siguientes palabras: “Estoy exhausto y feliz. El Greco se ha convertido en una gran lección para mí, un modelo, una dirección que debo seguir. Han pasado tres siglos y soy el primer cretense que viene a reverenciar a este estupendo compatriota mío. ¡Dios quiera que nuestro encuentro sea fructífero!”. Después, dice que ha visitado al poeta más grande del lugar, Juan Ramón Jiménez, con quien habló durante horas como si fuera la última conversación posible.

El 13 de septiembre  viaja a Toledo con el corazón batiendo hacia el encuentro anhelado con su ídolo desde que era niño. Visita el llamado jardín del Greco y su casa. Afirma que el pintor amaba tanto a los judíos que siempre vivió en la judería. Toledo, sin embargo, no es lo que esperaba al carecer del paisaje trágico que le hubiera gustado ver. Le recuerda a Creta. Sí encuentra magnifica su catedral, especialmente cuando al recibir el impacto del sol sus vidrieras la encienden por dentro. Después visita las demás iglesias que atesoran testimonios del pintor.

Celebra el  día siguiente como uno de los más gloriosos de su vida por haber visitado el Museo del Greco de Toledo.  Ha quedado deslumbrado por lo colores, los cuerpos atléticos, las panoplias, las caras demacradas de los cuadros y confiesa: “Ninguna fotografía, nada, puede dar idea de lo que el Greco es”. Y exclama: “El encuentro de los dos cretenses ha sido tan vehemente, Lenotschka”.

Eleni no recoge en su biografía otras experiencias españolas de este viaje. La carta posterior de NK fue escrita en Pisa y lleva fecha de 28 de septiembre. Resumiendo: el primer viaje de Nikos a España tenía por objetivo principal encontrarse con el Greco; sobre lo demás, la cultura española, sus artistas y escritores vivos -exceptuado Juan Ramón- ha echado una mirada entre dispersa y relativamente considerada, algo que mejorará en los viajes siguientes.

La segunda visita: el encuentro con la IIª República española

Es octubre de 1932 Kazantzakis  llega a Madrid. Son las 7’30 de la mañana. Dedica cinco horas a buscar un buen alojamiento; lo encuentra en la Pensión Abella de la calle San Bernardo nº 13-15; le parece incluso más "aristocrática" que la pensión que le cobijó en Roma. También añade: “Lo primero que hice en Madrid fue comprar un kilo de magníficas brevas… y me las comí en la calle”. Así se reparó del viaje.

El 8/9 de octubre firma una carta a Eleni. Asegura que ha recuperado el ritmo y siente como si hubiese vivido toda la vida en la ciudad. Pero no ha podido escribir nada. Pasa los días de museo en museo. Escribe a su amigo al pintor Timoteo Pérez Rubio, pero no ha tenido respuesta. Tampoco ha visto a Juan Ramón.

Tiene los ojos puestos en Madrid, sus calles, museos, la gente. Ha ido a una corrida de toros, espectáculo que le parece tan magnífico como terrorífico y piensa repetir al día siguiente. Habla de Benavente como autor de una obra, Santa Rusia, estrenada el día anterior; comenta que, antes de alzarse el telón, el autor recita una Oración a Rusia que parece llena de calidez, amor y compresión. Como la obra está impresa ha adquirido un ejemplar y piensa traducirla para una revista literaria de Atenas.

El 9 de octubre acude a la puerta del teatro donde se representa la obra de Benavente. Le aguarda durante bastante rato en medio de un tiempo desapacible. Reconoce al dramaturgo cuando sale del coche por las caricaturas que ha visto en los periódicos; le describe así: ”hombre viejo, delgado, de complexión fuerte,  elegante, con un poco de barba, bajo y refinado”. Le acerca una nota y una carta y Benavente, a través de su secretaria, le cita para que vaya a su casa entre las dos y las cuatro de la tarde del día siguiente. NK traducirá la oración y la obra pro soviética de D. Jacinto  que concluye en un parque de Londres con Lenin rodeado de niños llevando esta pancarta: “¡Trabajadores del mundo, uníos!”.

El 14 de octubre Kazantzakis  habla de Nicéforo Focas, tragedia en verso que traduce al francés y comenta: “Madrid es hermoso y tiene museos, pero no encuentras aquí paz alguna”.  Suele ir al cine y piensa ver la película de René Clair  Nous la liberté. Vuelve a hablar de nuestras frutas que constituyen el plato fundamental de su alimentación dedicándolas su escaso dinero. Nikos es y será un gran escritor, pero también un escritor pobre casi toda su vida.

Nikos explica que las calles están llenas de gente a causa de una manifestación que congrega hombres y mujeres… “Gritos, risas, como un bazar. La gente es amable, cálida, con ganas”. Y hace una confesión interesante: “Este año Goya me ha  hecho una gran impresión. El Greco permanece a la misma altura, no más allá. Pero algo de Goya, sus últimas (obras) se han elevado muy alto dentro de mí”.

El 20 de octubre escribe a Lenotschka acerca de sus problemas económicos: “Para los gastos diarios sólo empleo dos pesetas”. De esa forma piensa tirar hasta diciembre y para entonces, quizás, surja algo agradable. Dice que Juan Ramón Jiménez le ha visitado: “Siempre igual: gran señor poseído por su trabajo, profundo, serio, dulce, distante y cordial”.  Añade que vio a Benavente en su casa: “Taciturno, viejo, elegante pero frío. No sé cómo se manejó para escribir tan bella Oración (a Rusia). Vi su obra, Rusia, Santa Rusia; mediocre, peroratas, trucos viejos, aunque cálida y correcta. Como literatura es de poco valor”. Y añade que verá a Ortega y Gasset en casa de Juan Ramón y que sigue leyendo libros útiles sobre España.

El 26 de octubre dice que habló largo y tendido con el pintor Timoteo Pérez Rubio valorándole como persona afectiva y sentimental que le gusta, pero en la carta de 31 de octubre, apostilla que no se ha mudado a la casa de Pérez Rubio porque no quiere cobrarle: ”Es pobre y no se puede abusar”, explica.

En otra carta de noviembre define la nada y la pasión como los polos extremos del espíritu español. Le gustaría asentarse en la vieja Castilla como su compatriota el Greco  “para mirar directamente a la Nada y tener un amor ardiente por la  vida (la ruta que conduce a la Nada), esto es lo que me gusta y lo encuentro aquí en la tierra, el aire, los molinos de viento de Nuestro Señor, Don Quijote”.

Las cartas siguientes  recogidas por la esposa reflejan su mundo íntimo y el propio de escritor. Habla de su novela Toda Raba; ha conseguido finalizar un canto a Dante a pesar de sus penurias. El 15 de diciembre comenta que caminando hacia el Ateneo madrileño saludó a algunos amigos y conoció a  Unamuno. Tres días después menciona que ha visto Mädchen in Uniform (Muchachas de uniforme); imaginamos que se refiere el clásico film alemán de 1931 de Leontine Sagan y Carl Froelich estimándole como “la mejor película que he visto jamás”.

En otra carta de noviembre anuncia que se ha mudado a una habitación grande y soleada de la Plaza del Progreso, nº 5. El 3 de diciembre confiesa: ”El otro día escuché una canción popular que me hizo sentir que mi vida ha sido desperdiciada en vano”. Nikos está apesadumbrado; son días de sentimientos oscuros. Sin embargo, comenta que fue a Toledo y el día fue exquisito, lleno de sol.

Tiempo después vagabundea por el norte de España tratando de agotar su cuerpo. Ha estado en Salamanca. El día 27 de diciembre escribe a Eleni desde Valladolid y piensa salir para Burgos al día siguiente e ir después a Zaragoza. Apenas come o duerme. El día 29 escribe desde Miranda. Concibe la catedral de Burgos como “una fortaleza genuina, todo empuje hacia arriba y con aliento bélico. No tiene la gracia y la nobleza de Notre Dame, pero es masculina, feroz, agresiva y me ha gustado”. Habla del palacio donde los Reyes Católicos dieron la bienvenida  a Colón cuando regresó de América.  Añade que ahora  irá a Alicante porque su cuerpo no está lo cansado que debería  estar.

El 30 de diciembre habla desde Zaragoza sobre el Pilar  y de sus calles estrechas como las de Nápoles. Ese mismo día menciona que el ministro de Asuntos Exteriores español le concederá 400  pesetas mensuales “a condición de que escriba algunos artículos sobre la actividad intelectual en la España moderna” Y reflexiona: “no son muchas, pero sí suficientes para vivir en Madrid y, en la primavera, continuar mi peregrinaje por España”.

Oculta a todos la muerte de su padre, incluso a su amigo Pérez Rubio. Está descolocado y confuso. El 5 de enero confiesa a Eleni que no quiere ir a Creta para conocer la herencia de su progenitor; preferiría que ella le encontrara algo en Inglaterra. Piensa  que hallará algún equilibrio sólo manteniéndose silencioso y haciendo correrías por España. Admite que no era amor lo que le unía a su padre, sino una raíz profunda ahora cercenada.

Enero concluye  frío y nevado, pero Nikos  pasa el tiempo en su habitación caldeada “tomando notas para los artículos que debo escribir sobre España, leyendo y traduciendo a los poetas actuales del país”. Y en febrero se refiere de pasada a la celebración del carnaval que le parece insípido y peor que las celebraciones religiosas.

Eleni extracta las siguientes frases de la carta de 6 de marzo: “…Aquí las noticias políticas son alarmantes. Una nueva guerra se está gestando y puede estallar repentinamente…”. Y en la del día 13 remacha: “La guerra se acerca. El peligro nunca ha sido tan grande. Debemos tenerlo en cuenta para escoger dónde queremos que la tormenta nos coja.” Después  pide a Eleni que le diga cómo hacer mermelada: “El otro día traté de hacer una mermelada de naranja y me salieron naranjas hervidas. Las puse en mucha azúcar sin resultado. ¿Dónde está el equívoco?”.

Eleni comenta que Nikos no sólo se dedicaba a los poetas españoles modernos: también profundizaba sobre Garcilaso, Fray Luis de León, Góngora, Ruiz Alarcón, Juan de la Cruz y Quevedo “y estaba observando, escuchando, inhalando el fermento de la Guerra Civil”. Anota estas palabras del marido: “El olor a pólvora se extiende por todas las partes. Incluso son descubiertas factorías de armas en pequeñas villas… Pero  la ciudad universitaria es magnífica, los estudiantes llenos de vida y entusiasmo. Una nueva España está luchando por liberarse a sí misma, monárquica y anarquista por igual…

El 14 de marzo escribe a Prevelakis que finalizó un nuevo canto sobre el Greco: “Fui a Toledo a ver a un amigo... Y mientras caminaba por las calles estrechas, un coro de voces, de palabras y versos se abalanzaron sobre mí. Desde entonces no he sido capaz de pensar en nada más…

Eleni proclama que, sin la menor duda, Nikos Kazantzakis era un hombre dedicado a la amistad y el conocimiento, que en poco tiempo se familiarizó con España recorriéndola de esquina a esquina, relacionándose con sus artistas más ilustres, escribiendo sobre nuestra cultura así como dedicado a su propio trabajo creador sin el menor descanso. Y todo esto lo hizo sin gozar de medios económicos, levantando con su propia vida un monumento al escritor pobre de aquellos tiempos.

Nikos escribe las cartas siguientes desde la isla griega de Aegina. Habla de las felicitaciones encendidas que amigos y conocidos le hacen por sus artículos sobre España, algo que le entristece porque “prueba que cuando escribes algo bueno, lo escrito  les supera, y sólo cuando escribes bagatelas que ellos entienden comienza el entusiasmo”…

La tercera visita: cuando la Guerra Civil

El tercer viaje lo inició en octubre de 1936. El dictador griego Metaxas se había hecho con el poder en agosto. Eleni describe la situación del país así: “cualquiera que fuese progresista era sospechoso”, y agregaba: “Con horror observábamos la tragedia de España con los alemanes e italianos probando sus armas; Francia, bajo Blum, queriendo ir a su rescate e Inglaterra evitándolo.”

En octubre NK recibe un telegrama de Georgios Vlachos, todavía director del diario I Kathimerini, pidiéndole que, con la mayor urgencia, se dirija a España para informar sobre la Guerra Civil. El director le expresa en la entrevista personal: “Sé qué preferirías ir con  los rojos, pero quiero que vayas donde los negros como tú les llamas” y cuando Nikos le pregunta la razón, Vlachos responde: “Porque tú dices la verdad. Tus amigos y enemigos te evitarán como a una plaga. Y yo estaré encantado. Irás de inmediato, ¿sí o no?”.

El 9 de octubre Kazantzakis  escribe desde Marsella: “España nunca se aleja de mi mente. Siento pena y dolor por ella como si se tratase de una persona concreta. Estoy impaciente por ver qué la ha sulfurado, que le ha sucedido, si algo irreparable se ha perdido. Y seré imparcialmente inhumano en todo  lo que escriba. Se disgustarán ambos bandos, pero no lo haré de otra forma”.

El 16 de octubre manifiesta que ya tiene el permiso para entrar en España y el día 22 escribe que ha estado en el frente en una posición elevada –posiblemente el Alto de los Leones-- divisando Madrid y la línea enemiga. Los oficiales acompañantes aconsejaron abandonar la posición porque podía ser batida por los cañones y bastó decirlo para que un obús volara sobre sus cabezas. NK permaneció de pie un momento mientras los demás se tiraron al suelo. El cañonazo fue seguido de otros tres sin que nadie resultase herido.

El 26 de octubre comenta a Eleni que hay una censura estricta y por eso escribe sus postales en francés. Añade que ha atravesado todo el frente del norte en una semana siendo continuamente hostigado por disparos y balas. Puede que estuviera en peligro; por donde iba también caían bombas. Visitó las trincheras y vio a los rojos desde ellas. Ha vivido una semana auténtica de guerra. Asegura que se diferencia de los demás corresponsales, sobre todo de los alemanes que pasan el tiempo sentados en Salamanca a la espera de acontecimientos. Bosqueja imágenes impresionistas de la guerra: “Villas en ruinas, madres llorando, gente de negro,  perros aún  fieles a sus umbrales,  los ojos rojos”.

Permanece acá hasta noviembre. De España se lleva algunos recuerdos, una bandera pequeña con la sangre de un joven que creía en la libertad, pero cayó  muerto en el frente… la fotografía y la carta de una mujer donde la hija pide a su padre que venga para que ver los cuatro gatitos que su gata dio a luz… la pesada llave de entrada a una iglesia violada… (3) Y también sus pensamientos y recuerdos…”Mucho se ha dicho de los horrores de la Guerra Civil en España, pero poco se ha hecho para remediarlos”…”¿Estás de acuerdo con lo que Unamuno te ha dicho? ¿La verdad debe esconderse del pueblo? ¿Tiene razón Unamuno al recordar  las palabras del Viejo Testamento: quien mira a Dios a la cara morirá?”…”Las palabras de Unamuno tienen un punto de verdad, porque ¿cómo va a descubrirse la verdad a cientos de mujeres jóvenes o viejas a quienes los curas y los gobiernos han mantenido en total ignorancia? Para estas mujeres, un hijo comunista o anarquista, padre o hermano es un diablo”… El reportaje de Nikos Kazantzakis sobre la Guerra Civil aparecería en la sección “Viva la muerte” de su libro España.


Probablemente, Kazantzakis aceptó la oferta de Vlachos porque necesitaba dinero, pero ver la Guerra Civil desde el lado franquista debió tener otros motivos. Eleftheria Teleioni los ofrece en su tesis para la Universidad de Birmingham (4). Recuerda que la dictadura de Metaxas dificultaba todo viaje desde Grecia hacia la España republicana y aún más favorecerla en los periódicos. Otro argumento sería que NK se había ido desilusionando del comunismo acariciando en cierto modo  las ideas nacionalistas que tuvo entre 1910 y 1920 bajo la influencia del político Ion Dragumis.
Aunque Nikos mantenía sus simpatías por la izquierda ¿permaneció fiel a la decisión de mantenerse neutral?  NK –según el parecer de Teleioni-- sabía  que, si los republicanos ganaban la Guerra Civil, el rostro de España cambiaría dramáticamente y también el de Europa,  aunque esta posibilidad  no respalda la opinión de que las cosas cambiarían para mejor o peor  necesariamente. Teleioni cree que NK no veía en la Guerra Civil las características de las guerras civiles que  hubo hasta entonces. La española era una guerra entre comunismo y fascismo. Teleioni anota que NK escogió guardar silencio en muchas ocasiones prefiriendo escuchar y reproducir los testimonios que recibía y que el escritor griego concluyó que el triunfo nacionalista se debió al fracaso de la democracia en cumplir sus promesas.

Tampoco se puede ocultar  --como escribe Teleioni-- que NK expresó admiración  por Franco, sintiéndose feliz cuando tuvo oportunidad de avistarle  aunque no de hablarle, porque veía en él a una persona capaz de gobernar un país. Teleioni manifiesta que NK atribuyó a Franco cualidades que había admirado en Mussolini al conocerle diez años antes en Roma (octubre de 1926). “En conclusión –escribe Teleioni- su meta de ser imparcial y decir la verdad resultó socavada más o menos explícitamente tanto por sus observaciones positivas sobre los nacionalistas como  por la ausencia total de comentarios positivos sobre los republicanos. Kazantzakis no podía ser objetivo, porque sólo escuchó los puntos de vista de los nacionalistas”. (T.:p.65)

Con todo, cualquier simpatía fue efímera. La IIª Guerra Mundial le restituiría a las ideas progresistas con las que simpatizó la mayor parte de su vida. En 1946 se convertiría en líder de un partido de izquierdas --aunque no comunista-- llegando a ser ministro, cargo del que dimitió un año después.

La cuarta visita: de turismo con amigos

En  septiembre de 1950 Eleni Samios confiesa que tenían todo lo que se necesitaba para ser feliz: “salud, paz y reputación”. Fue entonces cuando sus fieles amigos Yvonne y Pierre Métral les ofrecieron compartir un viaje por España.  “Jugamos a ser turistas del cinco al veintidós de septiembre”. Entraron en España por Barcelona y siguieron ruta por Tarragona, Valencia, Alicante, Córdoba, Toledo, Illescas, Madrid, Victoria, San Sebastián, Bayona y vuelta a Antibes. Eleni dice que Nikos añadió este viaje a sus más felices tanto por  la compañía de los Métrals como por la oportunidad de mostrarles  El Greco.

***

Nikos conoció a Juan Ramón Jiménez en 1926. Entonces le definió como el más grande poeta local. Sabemos que en enero de 1933 está leyendo y traduciendo a poetas españoles del momento y que su versión de los poemas de Juan Ramón publicada en I Kyklos fue recibida fantásticamente. Respetaba a Juan Ramón y conocía su obra tan a fondo que citaba imágenes del poeta de Moguer frecuentemente. Cuando escribe a Prevelakis el 6 de febrero de 1933 asegura que la vida es breve y cuando vengan a sepultarnos comenzará a desplegarse la "enorme mariposa" de Jiménez… Días después, 17 de febrero, escribe a Eleni que nada habría escrito si no fuera por la soledad… “Soledad, soledad, soledad…” como dice Juan Ramón.

En 1956 Juan Ramón y Nikos Kazantzakis fueron  propuestos para el Nobel de Literatura y el 25 de octubre se lo dieron al poeta andaluz. En junio de 1957 Eleni y Nikos están listos para ir a China donde el escritor sería recibido triunfalmente, pero  en Cantón vacunarían a  Nikos contra el cólera y la viruela y el brazo inyectado empezó a inflamarse cuando poco después estaban en Japón. Volvieron a Europa: “Vintidós días perdidos criminalmente en Copenhague precipitaron el final”, escribió Eleni. Por recomendación médica volaron a Alemania para que Nikos fuese observado en la clínica universitaria de la Universidad de Friburgo.

***
La noticia de su enfermedad se extiende por doquier. En determinado momento NK dice a su muer que van a tener buenas noticias y cuando ella cree que se trata de la concesión del Nobel de Literatura como habían asegurado por teléfono desde Suecia, él responde: “¡Mejores!” refiriéndose a que  un Comité para la Paz Internacional en Pekín tuvo conocimiento de sus penalidades de salud y económicas y le mandaba una suma considerable para  cubrir los gastos de la clínica donde permanecía prometiendo hacerse cargo de los nuevos. Nikos comentó a su mujer: “La amistad  es para mí más que todo el oro del mundo, Lenotschka. Y ahora me vas a ayudar a redactar un telegrama para agradecer a nuestros amigos. Además no podemos aceptar su ofrecimiento. No vamos a comer un grano de arroz que pertenezca al pueblo chino”.  

Cuantos estaban en la clínica de Friburgo se sintieron tristes al conocer la noticia de que el Premio Nobel de Literatura 1957 había sido otorgado a Albert Camus por un voto más que los recibidos por la candidatura de Nikos Kazantzakis, quien al saberlo dijo: “Lenotschka, ven rápida y ayúdame a redactar un buen telegrama. Juan Ramón Jiménez. Albert Camus, he ahí  dos hombres que bien merecen el Nobel. ¡Vamos a escribir un buen telegrama!”. Nikos Kazantzakis falleció El 26 de octubre de 1957. Su epitafio dice: "No deseo nada, No temo nada, Soy libre".

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NOTAS.:

1.- Nikos Kazantzakis, Spain, Simon and Schuster, New York, 1963, y del mismo autor  España y Viva la muerte, Ediciones Júcar, Gijón, 1977

2.- Helen Kazantzakis, Nikos Kazantzakis. A biography Based in His Letters, Simon and Schuster, New York, 1968.

3.-Carlos García Santa Cecilia, “40 Días en España” en Letra Internacional texto que se puede leer en Google.

4.-Eleftheria Teleioni, Spain and Kazantzakis´Travel Writing, The University of Birmingham, 2009. Esta tesis se puede leer en Google.

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