domingo, 25 de septiembre de 2011



GALDÓS: UNA PARODIA DE LA RESTAURACIÓN
 EN MISERICORDIA


La novela Misericordia tiene una apertura coral; las voces pertenecen a los pedigüeños madrileños que van a representar una parodia breve de la España de la Restauración (1). El coro se retira muy pronto del protagonismo dando paso a los personajes principales, los pobres de espíritu evangélico encabezados por Benina y Almudena, y los pobres burgueses en torno a Doña Paca.

Los alrededores de la iglesia de San Sebastián son caracterizados como un campo de batalla que dan “los intrépidos soldados de la miseria” por la limosna. Se habla de mujeres recias --divididas en antiguas, nuevas y temporera representando clases sociales--, ancianos audaces, ciegos machacones, niños de una acometividad irresistible, y allí se están hasta la hora de comer, pues también ese “ejército se raciona metódicamente, para volver con nuevos bríos a la campaña de la tarde”. (Cap I)

El ejército tiene un orden jerárquico: la caporala es Casiana y su lugarteniente Eliseo; la oposición está encabezado por la Burlada. El conjunto representa la estructura socio-política de la España de la Restauración dividida entre conservadores y liberales, republicanos, federalistas y radicales…

La señá Casiana personifica al egocéntrico Cánovas. El retrato es desagradable y la maledicencia asegura que su delgadez no resalta por llevar buena ropas debajo de los pingajos; el narrador asegura que tienen ojos que parecen ciegos sin serlo y deja caer un detalle revelador: “hablaba con cierta arrogancia, como quien tiene o cree tener autoridad”. (Cap. II) Casiana (2) , que tiene el mejor puesto y por ende recibe las mejores limosnas, pertenece al estamento de las antigüas y ejerce un dominio total sobre sus camaradas.

La antagonista de Casiana es Flora, viejecilla de habla altanera y descortés de apodo la Burlada —personifica del revés a La Gloriosa—a quien se caracteriza así: “podríamos imaginarla como un gato que hubiera perdido el pelo después de una riña” (Cap.II). La anotación más clara del papel de ambas adversarias se hace al finalizar el citado capítulo con motivo de una discusión; habla un lisiado, luego Casiana y después Flora:

“—Pero señoras, por Dios. Arreparen que están alzando el Santísimo Sacramento.
“—Es esta habladora, escorpionaza.
“—Es esta dominanta… ¡A ver!... Pues, hija, ya que eres caporala, no tires tanto de la cuerda, y deja de que las nuevas alcancemos algo de limosna, que todas semos hijas de Dios…¡ A ver!
“--¡Silencio, digo!
“--¡Ay hija…, ni que fuas Cánovas!

Las dos mendigas vuelven a discutir a propósito de Benina en el Cap. IV. Casiana acusa a Nina de sisona y dice que por esa razón la echaron de las casas donde servía. Flora aboga por la criada e implica que la sisona es Casiana quien replica:

“—Aquí no se habla mal de naide.
“—No es hablar mal. ¡A ver!... La que habla pestes es bueycencia, señora presidenta de ministros.
“--¿Yo?
“—Sí… Vuestra Eminencia ilustrísima es la que ha dicho que la Benina sisaba”.

Establecida la relación entre personajes novelescos e históricos Galdós parodia los dimes y diretes de Cánovas y la Iglesia en torno a la cuestión de la unidad religiosa que levantó multitud de controversias cuando se proyectaba la Constitución de 1876:

A eso de las diez, la Casiana salió al patio para ir a la sacristía (donde tenía gran metimiento como antigua) para tratar con don Senén de alguna incumbencia desconocida para los compañeros y por lo mismo muy comentada. Lo mismo fue salir la caporala que correrse la Burlada hacia el otro grupo (…) y sentándose entre la mujer que pedía con dos niños, llamada Demetria, y el ciego marroquí, dio suelta a la lengua, más cortante y afilada que las diez uñas lagartijeras de sus dedos negros y rapantes” Cap. III.

Posiblemente algunos de los extremismos que se produjeron en torno a La Gloriosa habían disgustado a Galdós. Las imágenes “lengua suelta”, “uñas lagartijeras” y la de “los dedos negros y rapantes” podrían aludir a los baños de sangre, a José Paul y Angulo –presunto asesino de Prim- y la oratoria de Ruiz Zorrilla, político hacia el que mostró muy poca simpatía. En el Cap. III se dice de Benina que “nunca formuló protesta, ni se la vio siguiendo de cerca ni de lejos la bandera turbulenta y demagógica de la Burlada” (3). Si algo sorprende es que Galdós no parodiara a la oposición oficial a Cánovas, quizás, porque fue diputado cunero de Sagasta.

La Restauración llegó tras el pronunciamiento del general Arsenio Martínez Campos en Sagunto. Galdós le convierte en un pedigüeño cojo y manco en la novela:

“Eliseo Martínez, que gozaba del privilegio de vender en aquel sitio la Semana Católica. Era, después de Casiana, la persona de más autoridad y mangoneo en la cuadrilla y como su lugarteniente y mayor general”. (Cap. III).

Aclarada su caracterización, se le rebaja más cuando zanja una disputa con un tono impropio de un general, pero sí de un guardia municipal:

“¡A callar se ha dicho! –gritó el cojo vendedor de La Semana--. Aquí se viene a lo que se viene y a guardar la circuspición.” (Cap. III)

No despista que venda el periódico aludido. El Ejército era una institución que había sido liberal, pero se había puesto al servicio de las ideas de Cánovas y constituía un pilar firme del poder restaurador.

El personaje Piche, pareja de Casiana, representa al poder económico en la parodia. A través de Almudena, conocemos cuanto los de su clase pensaban de este poder. El ciego habla con sentimiento parecido al que, sospechamos, enervó el pueblo madrileño cuando en 1854 saqueó la casa del marqués de Salamanca, el super-rico de la época, el icono del lujo en la España de Isabel II. Almudena dice del Piche:

“Diniero él, mucho diniero… Ser capatazo de la sopa en el Sagriado Corazón de allá… y en toda la pobreza de allá, mandando él, con garrota él…barrio Salamanca…., capatazo… malo, mu malo, y no dejar comer… Ser un criado del Goberno, del Goberno malo de Ispania, y de los del Banco, aonde estar tuda el dinero en cajas soterradas… guardar él, matarnos de hambre él…” (Cap.III)

Recordemos que Cánovas empezó su carrera política cuando llegó a Madrid desde Málaga con una carta de recomendación para su paisano el marqués de Salamanca quien le colocó en las oficinas del ferrocarril Madrid-Aranjuez. No es baladí, por tanto, que Galdós asociara a Piche con el marqués, muerto cuatro años antes de publicarse la novela. Sin embargo, si hay una imagen irónica que resume como pocas lo que acontecía en aquella sociedad es cuando Benina y Almudena lamentando su mala fortuna van a parar a la plaza del Progreso y, sentados al pie de la estatua, deliberan sobre las dificultades y ahogos del día.

Misericordia es una novela que esconde varias parodias que otros investigarán, pero la interpretada por los mendigos me parece de las principales al desnudar a la Restauración y lo que representaba. La novela fue escrita en los comienzos de 1897. El anarquista italiano Miguel Angiolillo, asesinaría a Cánovas el 8 de agosto de ese mismo año en el balneario de Santa Águeda. Cánovas se reponía de su habitual glucosuria y del agotamiento producido por las tareas de Estado.
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NOTAS.-

(1) - Este escrito se relaciona parcialmente con mi artículo “Miseria y parodia galdosiana de la Restauración”, Ínsula, Año XXV, nº 291 (Febrero, 1971), pp. 4-5.

(2) - Curiosamente, Galdós vuelve a utilizar el nombre de Casiana al referirse a la joven analfabeta, pero de carácter dulce y sencillo, que cautiva a Tito en Cánovas, el último Episodio Nacional del escritor.

(3) - Precisamente en Cánovas, episodio para el que Galdós guardó su valoración explícita de la Restauración, se dicen estas palabras reveladoras: “¿Crees tú, Titillo, en la revolución? No creo ni en los revolucionarios de nuevo cuño ni en los antidiluvianos, esos que ya chillaban en los años anteriores al 68. La España que aspira a un cambio radical y violento de la política se ha quedado, a mi entender, tan anémica como la otra. Han de pasar años, lustros tal vez, quizá medio siglo largo, antes que este Régimen, atacado de tuberculosis étnica, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental.”







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