jueves, 10 de marzo de 2011

UNA HISTORIA 
DE IRLANDESES DE BOSTON

En Boston, víspera de San Patricio, Donncha y su tío velaban el cadáver de Patt O’Brien, también conocido como El Irlandés. Eran las dos de la madrugada. Se había acabado todo el whiskey que había en la casa y habían quedado solos. Se miraron el uno y el otro y entonces Donncha dijo:


--¿Qué te parece si cogemos a Patt y nos lo llevamos al bar de abajo para que nos acompañe en la última copa?

Le cogieron por los sobacos, le sacaron del ataúd con gran dificultad por lo recio que estaba, le bajaron como pudieron y le estiraron sobre una silla cerca de una gramola de la que salían melodías revolucionarias porque revolucionarios eran los que acudían al bar Bushmills, propiedad de Éamon Donovan, también atendido por el camarero Liam Connell, dos de los tipos más alumbrados de la ciudad.

Donncha y su tío se sentaron y pidieron al camarero una botella de Black Bush. Recordaron, a palabra lenta, que Patt se quedó seco defendiendo que el whiskey se inventó en Irlanda y que fue San Patricio el que trajo el primer alambique de Egipto al que el santo halló mejor uso que el de hacer perfumes, el mismo whiskey que facilitó la conversión de Escocia por los monjes irlandeses y los escoceses pagaron robándoles la fórmula.

Habían pasado un rato irlandés charlando y ya no quedaba ni una gota en la botella de whiskey, así que palmearon y pidieron otra. Cuando el camarero Liam Connell vino a servirla, Donncha y su tío habían ido al servicio. Entonces el camarero preguntó a Patt:

--¿Quién diablos va a pagar esta botella?

Patt no respondió. Estaba estiradito, con los brazos cruzados sobre el pecho, una sonrisa muy amplia en los labios y la mirada al infinito. El camarero Liam Connell insistía e insistía en su pregunta hasta que, un tanto molesto, solmenó un hombro de Patt y este se fue con sus brazos cruzados su media sonrisa  y su mirada socarrona al suelo.

Ocurrió justo cuando Donncha y su tío regresaban a la mesa. Donncha se quitó la chaqueta y plantando los puños muy cerca de la cara del camarero Liam Connell, preguntó:

--¿Por qué has pegado a mi amigo, di, idiota?

El camarero Liam Connell, que se había quedado lívido tratando de adivinar a Patt con sus brazos cruzados, su sonrisa y la mirada infinita en el suelo, respondió:

--Tuve que hacerlo. ¡Me sacó un cuchillo así de largo!—Y Liam Connell puso los brazos en cruz.
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2 comentarios:

Macario Polo Usaola dijo...

¡Muy bueno! ¿Tiene algo de auténtico?

Javier Martínez Palacio dijo...

No lo se pues lo saqué de un borrador que escribí en marzo de 1970, aún en los EE.UU. Recuerdos